En la golpeada Pattani, al sur profundo de Tailandia, para conseguir una tarjeta SIM, según la ley, la gente debe escanearse la cara. Es por esto que miles de musulmanes malayos renunciaron a los teléfonos celulares y se convirtieron en rebeldes de la bioseguridad, al tiempo que formaron una comunidad desconectada a la fuerza de la comunicación moderna.