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Festival

Editoriales

Julio Santucho

Presidente

Por 20 años las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo giraron alrededor de la Pirámide prácticamente solas. En marzo de 1996, las plazas del país fueron copadas por una multitud de ciudadanes que clamaban: “Nunca Más”. Ese año logramos organizar el primer Festival de Cine de Derechos Humanos que tendría lugar en marzo de 1997. La sociedad argentina se sacudía el trauma del terrorismo de Estado, se expandía como reguero de pólvora la condena social a la dictadura.

En sus primeros años de vida el Festival concentró su mirada en el genocidio perpetrado en los 70, pero ya en 2001 el cine de la memoria fue acompañado por el cine social. Porque la dictadura no solo es responsable del genocidio de 30.000 personas, sino que sentó las bases de una nueva estructura económica que dejó a millones de argentinos en la pobreza.

En 2003 inauguramos el Festival en Santiago del Estero con dos temáticas nuevas: los derechos de la mujer y la diversidad de género, tema del cual no se hablaba en Argentina salvo en el seno de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), coorganizadores del evento. En los años siguientes el Festival demostró ser un organismo vivo: la visión comienza a ampliarse para dar lugar a una multitud de cuestiones que hoy están planteadas en el ámbito global y dieron lugar a nuevas secciones. Tal es así, que en 2010 nace una criatura: el Festival Internacional de Cine Ambiental [FINCA].

Su carácter internacional se plantea desde el principio, con la participación en la fundación de la Red Internacional de Cine de Derechos Humanos (HRFN), Praga, 2005. Asimismo, en 2007, el Festival organizó el seminario Testimonios de la Solidaridad Internacional, conjuntamente con el Ministerio de Relaciones Exteriores, en la sede de la Cancillería, con la colaboración de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, organismos de DDHH y de la Organización Internacional para las Migraciones, en el que participaron numerosas personalidades extranjeras que contribuyeron a exigir el respeto de los derechos humanos a la dictadura militar argentina.

Siguiendo el ritmo de los tiempos y con perspectiva de futuro, esta edición abre la ventana a los derechos digitales, la conquista de los cuales se hace cada vez más urgente.

En estos 20 años pasaron gobiernos de distinto signo. No hemos aceptado la teoría de los dos demonios, ni el indulto, ni la cooptación de los organismos de derechos humanos, ni el negacionismo de la Shoa, del genocidio armenio, ni del genocidio argentino. El Festival solicita espacios para cumplir su misión y promover los derechos humanos y el cine con compromiso social, pero mantiene su independencia del Estado. Esa es nuestra razón de ser.

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Florencia Santucho

Directora

Para celebrar, finalmente en plena presencia, la vigésima edición del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos y los 26 años desde la fundación del IMD, ponemos el foco en uno de los temas más actuales y controvertidos: los derechos digitales en la era del capitalismo de datos.

Los ciberderechos, fuertemente ligados a la libertad de expresión y a la privacidad, son aquellos que reconocen el derecho de las personas a acceder, usar, crear y publicar contenidos digitales, y a ejercerlo mediante todos los dispositivos electrónicos y redes de comunicaciones necesarios.

La internet, en la actualidad, es un territorio en disputa y todas nuestras acciones dejan una “huella digital”. Por eso, nuestro lema #Trazades quiere recordarnos que nuestros datos personales son procesados por empresas privadas o gobiernos sin que tengamos pleno conocimiento de ello y en muchos casos, con fines lucrativos y de control social.

Aún no hay una conciencia clara acerca de cómo las tecnologías digitales han ido modificando la relación con nuestros cuerpos y territorios, favoreciendo la precariedad laboral y el extractivismo colonial de cuerpos, de datos y de recursos naturales destinados a sostener un sistema basado en la obsolescencia programada.

En colaboración con empresas tecnológicas especializadas en la manipulación de datos, diferentes gobiernos han aprovechado el contexto pandémico y el aumento de la digitalización resultante para aplicar leyes especiales e instalar prácticas de vigilancia en red que limitan los derechos humanos de les ciudadanes, trazando, censurando, controlando y condicionando sus acciones.

El propósito de esta edición es, por lo tanto, el de cuestionar, a través del cine, las tecnologías que refuerzan las asimetrías de poder, centrándonos en las desigualdades y en los abusos para alcanzar un uso crítico y sostenible de las herramientas digitales que nos permita avanzar con conciencia y determinación hacia la justicia socioambiental que anhelamos.

Con el objetivo de reforzar la seguridad digital de personas, artistas y activistas que en estos tiempos han sido víctimas de campañas de persecución y desprestigio en redes sociales, entre otras formas de censura y abuso, nos aliamos con ARC y Global Voices para realizar un taller online que impulse la reflexión en torno a los riesgos vinculados con las nuevas tecnologías y a crear redes de apoyo.

Además de recorrer las películas más emblemáticas de nuestra historia a través de la Retrospectiva FICDH 20 ediciones, quisimos también asomarnos al cine de impacto social por medio de dos organizaciones que apoyan el trabajo de changemakers en la región Asia Pacífico, como nos muestra la Ventana Engage Media y, a nivel global, como es el caso de la Ventana SIMA.

¡Que les #Trazades seamos unides y luchemos por una internet abierta, segura, ética y libre!

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Estela de Carlotto

Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

Nos produce una gran alegría participar de este querido Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH). Desde su primera edición, allá por 1997, cuando los genocidas aún caminaban sueltos e impunes en la Argentina, las Abuelas de Plaza de Mayo lo hemos acompañado. Al principio, como espacio de difusión de todo un cine por la memoria que germinaba en medio del olvido oficial, los indultos, la obediencia debida y el punto final, y que florecería poco después, al calor de las encrucijadas de nuestro pueblo.

Se trataba de un cine profundamente político en una época marcada por aquel pretendido “fin de la historia”. Por nuestra lucha, la búsqueda de nuestras nietas y nietos apropiados durante el terrorismo de Estado, tuvimos que escuchar muchas veces que nos dijeran “olvídese, vaya a su casa”, o “su nieto está bien donde está”, o “debería haber cuidado mejor a su hija”, y barbaridades semejantes. Pero, como madres y abuelas que somos, salimos a pelear por nuestras familias y entendimos que debíamos hacerlo juntas porque solas no íbamos a lograr nada.

La historia nunca termina, ni con decretos, ni con leyes, ni con las versiones sesgadas e interesadas de los sectores de poder cuyo objetivo es que nos quedemos en casa, que dejemos las cosas como están, como querían con nosotras. La historia “crece desde el pie”, como cantaba Zitarrosa. Y así fue creciendo nuestro reclamo de Memoria, Verdad y Justicia, y el arte, la cultura y el cine en particular, estuvieron allí, contando, reflejando, interpretando, dando voz e imagen en la pantalla a tantas vidas y relatos silenciados, a tantas injusticias.

Y el FICDH, que va por su edición número 20, ha formado parte de este movimiento y ha ido creciendo y adaptándose a los tiempos. Gracias a sus propuestas hemos conocido realidades sociales que no vemos en los medios, situaciones de vulneración de derechos en los cinco continentes, experiencias de organización, testimonios conmovedores, historias rescatadas del pozo de los olvidos. “Anticipándose a la agenda”, como se dice en el periodismo, siempre ha puesto el foco en problemáticas actuales, tal cual lo hace, nuevamente, este año.

Enhorabuena. De eso se trata. Estamos seguras de que la juventud agradece la existencia de ámbitos de reflexión y debate como este. Sin comprensión del pasado y del presente, difícilmente podamos darle forma al futuro que soñamos. Sigamos soñando.

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