Festival

Editoriales

Florencia Santucho

Directora

El 21.° FICDH se centra este año en el concepto de Fronteras, no solamente como un límite geográfico, político o jurídico, donde se intensifican las dinámicas de dominación, explotación y desposesión, sino también como territorios de transformación social, donde emergen las luchas de los pueblos que redefinen las relaciones de poder y resignifican las identidades culturales.

La frontera no solo divide, también puede unificar en la diversidad, construyendo una identidad común en relación con el otro a partir de la percepción y el reconocimiento mutuos, en un proceso dinámico y conflictivo de resistencia y creación. Ese espacio intermedio de interacción entre opuestos que se da en el plano del tiempo —llamado taypi en la cosmovisión aymara—, nos ayuda a situarnos en la contradicción, sin negarla.

Bajo esta mirada, esta edición del festival propone dos focos, Identidades trans y Palestina, que revelan cómo los distintos tipos de fronteras —internas y externas; visibles e invisibles— manifiestan su multiplicidad y expansión. Mientras las fronteras geopolíticas se vuelven cada vez más borrosas, las simbólicas, culturales, raciales y sociales se refuerzan por el miedo; el prejuicio y la necesidad de control se imponen con fuerza, volviéndose cada vez más visible por medio de actos de violencia y discriminación.

A través del cine y la reflexión crítica, el Festival invita —junto a invitades nacionales e internacionales—, a repensar las fronteras como zonas de contacto e interculturalidad, capaces de abrir espacio a nuevas subjetividades y posibilidades. Estas miradas cuestionan las narrativas de exclusión proponiendo una comprensión respetuosa y plural de la identidad.

Por todas estas razones, plasmamos este año nuestro lema Abriendo Fronteras en una imagen poderosa que nos invita a habitar el presente de otra manera, como una integración fecunda de pasado y futuro. Una espiral que nos remite al tain kine getuam de la cosmovisión mapuche (para volver a ser uno) y se convierte en huella, compuesta por la multitud infinita del poder colectivo que se concibe como una unidad.

Y vos, ¿vas a abrir las fronteras para dejar pasar las múltiples posibilidades de la unidad?

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Federica Baeza

Esta sociedad aún no dimensiona el aporte que las Madres le hicieron a la concepción de los derechos humanos. Nosotras, hace muchos años veníamos luchando. En un momento nos dimos cuenta que no podíamos seguir con un reclamo individual. Una compañera me decía: yo sufro, ¡las cosas qué me hicieron de chica! Pero había un sistema que enfrentar, un patriarcado, un capitalismo, que se nos aplicaba a todas. Ahí entendimos que nos teníamos que convertir en sujetas políticas. Teníamos que saber interpelar a la otra, al otro y, a su vez, aprender.

Esto le decía, más o menos, Lohana Berkins a Hebe de Bonafini días después de la aprobación de la Ley de Identidad de Género en el año 2012. Lohana, como decimos nosotrxs, una Traviarca, hubiese tenido muchas razones para entender que la lucha de los derechos humanos no era la suya. Luego del inicio de la democracia en Argentina, el aparato policial siguió actuando. Mediante la trata, la tortura y el asesinato produjeron el mayor genocidio de nuestra comunidad en su historia en los primeros años de la democracia. Esto sólo cambió definitivamente cuando aquel año 2012, con aquella ley, nos llegó la ciudadanía plena.

Y esto fue posible porque Lohana, y nuestra comunidad, entendió que la lucha de las Madres era nuestra lucha. Que su dolor era nuestro dolor. Las Madres también aprendieron de ellas, se dieron cuenta de que para aquel colectivo la democracia no había llegado aún. Ni el reconocimiento, ni la reparación por la muerte de sus hijxs completaba su lucha. El corazón de esta lucha las llevaba a avanzar sobre un horizonte más amplio.

Hoy, más que nunca, creo que esta conversación tiene un profundo sentido. El avance del gobierno libertario se proyecta sobre infinidad de comunidades violentadas. Mediante la lógica de la crisis permanente intenta aislarnos, encerrarnos en nuestras demandas, desconocernos, y así ahogarnos.

En esta conversación entre Lohana y Hebe, en este aprendizaje mutuo, que las hizo a las dos sujetas políticas, se establecieron los perímetros de otro “nosotrxs” posible.

Que las imágenes, los sonidos, las voces y las palabras que surjan de este festival puedan ser como esta conversación: un aprendizaje. Que redefinan ese lugar en el que decimos nosotrxs. Que nos muestren, siempre, cuál es el corazón de nuestra lucha.

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