Paúl tenía 16 años cuando la policía lo capturó mientras rayaba una pared con un marcador. Al día siguiente, lo encontraron muerto en la quebrada de su pueblo. Su padre lideró una intensa lucha para buscar justicia y logró una sentencia de 20 años de prisión para los tres policías implicados. Sin embargo sólo cumplieron tres años de la condena.