Un año después de la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno Colombiano y las FARC, el departamento de Nariño se ha convertido en un foco continuo de violencia. Campesinos acorralados, ex guerrilleros sin futuro, disidencias emergentes, narcotráfico, abandono estatal y lucha racial son los ingredientes del caldo de cultivo. Tres caras de una misma historia: campesino, guerrillero y exiliado. Tres recetas de un país que quiere saborear la paz y cuya realidad es difícil de digerir.