Antes de convertirse una la lide feminista, Nora era una ama de casa tradicional. Su vida dió un giro cuando la dictadura militar argentina secuestró a su hijo Gustavo. En 1977, se unió a otras madres en la búsqueda desesperada de sus hijxs detenidxs desaparecidxs. Juntas enfrentaron la indiferencia de la Iglesia, las acusaciones de los medios de comunicación y al gobierno militar. Nora y las Madres de Plaza de Mayo sobrevivieron, emergiendo como símbolos de la lucha inclaudicable por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Hoy, su legado sigue vivo, inspirando a nuevas generaciones.