Mustafa y su esposa Salwa viven a 200 metros de distancia en dos pueblos separados por un muro. Un día, Mustafa recibe el llamado que todo padre teme: su hijo tuvo un accidente. Se dirige rápidamente a la frontera con Israel, pero no lo dejan pasar. Sin embargo, el amor de un padre puede más y él está decidido a hacer todo lo posible para ver a su hijo. Así, 200 metros se convierten en una odisea de 200 kilómetros cuando, a falta de otra opción, Mustafa intenta colarse a través del muro.